¿Sabías que las industrias son responsables del consumo de casi el 40% de toda la energía producida en el país? De este total, el 46,3% proviene de la energía hidroeléctrica, que a pesar de utilizar agua, que es un recurso natural renovable, genera un gran impacto ambiental debido a su proceso de instalación.
Estas cifras demuestran la importancia de reducir el derroche energético, especialmente por parte de empresas e industrias. Pero, ¿cómo es posible? La respuesta está en la eficiencia energética.
Si se pregunta qué es la eficiencia energética y cómo puede aplicar este concepto en su empresa, siga leyendo.
La eficiencia energética se refiere a la relación entre la cantidad de energía que se consume para llevar a cabo una tarea determinada y la cantidad de energía que se utiliza realmente para realizar la tarea en sí. En otras palabras, significa hacer más con menos, sin perder comodidad ni calidad.
Cuando se trata de empresas, podemos decir que la eficiencia energética se consigue cuando el gasto en electricidad disminuye mientras la cantidad y el nivel de producción siguen siendo los mismos.
Para aclarar este concepto, pongamos un ejemplo sencillo: la bombilla. La función de este objeto es producir luz. Por lo tanto, toda la energía utilizada por la bombilla debería convertirse en energía luminosa, ¿verdad? De este modo, sería 100% eficiente desde el punto de vista energético. Sin embargo, esto no ocurre en la práctica.
Una bombilla incandescente, por ejemplo, sólo es eficiente en un 8%. En otras palabras, sólo el 8% de la energía eléctrica consumida por la bombilla se transforma en luz. El 92% restante se pierde en forma de calor.
Por otro lado, la lámpara fluorescente tiene una eficiencia del 32%. Esto significa que el 68% de la energía consumida se pierde en forma de calor. Puede que este porcentaje aún no parezca mucho, pero ya es un gran paso adelante en términos de ahorro y eficiencia energética.
El principal objetivo de la eficiencia energética es evitar el derroche de energía. Y esto tiene muchas ventajas. Algunos ejemplos son el ahorro de electricidad y la reducción de costes. Pero aunque éstas son ventajas importantes para las empresas, la eficiencia energética desempeña un papel aún más importante. Al fin y al cabo, es una estrategia clave para preservar el medio ambiente y reducir los impactos negativos causados por el sector industrial.
Para comprender su magnitud, basta recordar que la población crece cada día. En la práctica, esto significa que la demanda de energía no deja de aumentar. Como resultado, los gobiernos necesitan encontrar formas de generar cada vez más energía para satisfacer la elevada demanda. Por otro lado, el modelo de generación de electricidad más utilizado actualmente en Brasil son las centrales hidroeléctricas, que, como dijimos antes, generan elevados costes ambientales.
Pero, ¿hacia dónde queremos ir? Lo cierto es que cuanto más eficientes son los equipos y procesos y mayor es el nivel de concienciación sobre el uso de la energía, menos recursos naturales se necesitan para producirla. En consecuencia, hay menos impactos negativos sobre el medio ambiente.
Al principio de este texto hablábamos de la eficiencia energética de las bombillas. Pero, por supuesto, no sólo se aplica a estos productos. Existen incluso diversas iniciativas para aumentar el número de productos energéticamente eficientes y ayudar a los consumidores a decidirse por estas opciones.
Un ejemplo de ello es el Sello Procel. Esta etiqueta indica a los consumidores qué productos tienen los mejores niveles de eficiencia energética dentro de cada categoría. En otras palabras, si hoy entra en una tienda y busca ventiladores, frigoríficos, lavadoras automáticas, aparatos de aire acondicionado o congeladores, observará sin duda que algunos de estos productos tienen el Sello Procel y otros no.
Lo mismo ocurre con las cocinas, los coches y los calentadores de agua de gas, por ejemplo. Este programa, centrado en el uso eficiente de los combustibles, se llama Conpet y destaca los productos que son más eficientes desde el punto de vista energético.
Por supuesto, las empresas pueden y deben buscar equipos más eficientes. Pero la eficiencia energética no sólo se aplica a esto. Este concepto también ha llegado a los procesos y los edificios. Para ello, es necesario adoptar tecnologías destinadas a optimizar el uso de la electricidad.
Un ejemplo de ello son la iluminación y la ventilación naturales. Mientras que la primera utiliza la luz solar para iluminar las estancias, la segunda utiliza el aire exterior para garantizar el confort térmico de los espacios. En otras palabras, ambas aprovechan recursos naturales inagotables para satisfacer las demandas a las que todas las empresas se enfrentan a diario.
Esperamos que al final de este contenido se haya dado cuenta de que todas las empresas, ya sean supermercados, fábricas, centros de distribución o naves industriales, pueden lograr la eficiencia energética.
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